Olvidarte...

Un día amanecí con la firme decisión de olvidarte…
Sin embargo un golpe de la razón me hizo dar cuenta
que no sería tan fácil lograrlo… Sin embargo, la lucha no cesó…
Cuando te enamoras el inconciente dentro tuyo
te hace prometer, sin querer, no olvidar a esa persona…
El enamorarse es algo que uno no elige, es algo que penetra en el corazón
y te hace incapaz de tener las fuerzas suficientes y las ganas necesarias
para olvidarte de ese ser, ladrón de tu corazón…
El día en que decidí olvidarte sabia en lo que me estaba metiendo…
en el rugoso camino de intentar quitar aquello,
que ya penetró en el corazón y lo marcó a fuego.

Meses después de haber tomado aquella decisión…
pude realmente tocar fondo y darme cuenta que aquello que tanto necesite…
NO existe! … que aquello desee quitar de mi para de una vez por todas
dejar de sufrir… en realidad es un complemento mas de la vida
y que algún día, de la mano de otra persona,
lograré hacerlo formar parte de una difícil pasado…

Se que nunca podré quitar de mi recuerdo tu perfume…
Tus ojos…
Tus manos…
Tu presencia….
………………………..
VOS…
A pesar de esto, solo deseo algún día encontrar a aquella persona donde su perfume sea mas poderoso… sus ojos mas dulces, su presencia mas tierna y su persona….
Diferente a vos…

Olvidarte es imposible quizás… porque yo no deseo hacerlo…
pero te juro que lo intente una y mil veces… sin embargo solo logro traer aun mas recuerdo…

Solo le pido a la vida una cosa… que me ayude a encontrar a la persona que necesito…
lo antes posible… para poder de su mano… construir mi pasado y hacerte formar rápidamente parte de el…









Andru...

Kisiera tenerte..



"Aunq pase el tiempo seguire pensando en ti, y te amare mas que ayer, mi amor por ti aumenta cada dia.. A pesar de la distancia sigo soñando con volverte a ver, espero que nunca llegues a olvidarme.. kiero q sepas q junto a vos puedo ser feliz, y nunca olvidare lo mucho que a tu lado lo fui... Aunq la distancia pudo mas, yo no te dejo de amar, cada dia que pasa tu ausencia me mata mas y mas... no kiero que dudes de mi amor... dentro tuyo puedo sentir que es tuyo mi corazon.. si alguna vez estas triste y no sabes con kien hablar, mi corazon esta contigo yo nunca te voy a abandonar... se q estoy muy lejos y no te puedo escuchar , buscame dentro tuyo y veras lo cerca que puedo estar.... solo te pido una cosa, que nunk me olvides, no importa con kien estes, o donde estes... kiero saber que en tu mente estare, perdoname si alguna vez te falle; si alguna vez te lastime.."

Mmn mm nose de donde proviene este poema pero es muy lindo (U).. segun kien me lo mando sigue pero creo que esto es lo mejor del poema...
Como dice el titulo "kisiera tenerte" lo malo.. esq nose a kien .. porq la verdad no estoy enamorada entonces.. kizas solo es un deseo.. (U)

bueno T_T antes q empeore mi situacion sentimental corto aki la cosa =)

gracias x leer



Aki voy a postear una historia que lei.. la 1° historia yuri q lei...
hoo que linda que es T_T
fuck jijiji
me hizo emocionar un monton (L)
es medio larguex asi que no estan obligados a leer jojo

bue..

El Juego... en lo más profundo

Capítulo 1: “Comienza el juego”

Nunca hubiera esperado que las cosas se dieran así, era solo un juego y nada más. Creí que solo era diversión, pura y simple diversión. Pero... se fue gestando en mi este sentimiento extraño y fuerte que me perturba y preocupa. El juego había comenzado hace más o menos tres meses. Lynn era una niña simple, introvertida, opaca y triste. En el curso era nada más que un motivo de broma para casi todos, incluyéndome. Ella tenía uno o dos amigos de los cuales ya ni uno le queda gracias a mi. Su vida era oscura y rutinaria, deprimente al máximo. Cuando comencé a tratarla me molestó el hecho de que me provocara tanta pena, esa lástima deprimente que te hace, a veces, arrepentirte de aquello que aún no has hecho. Pero yo era la clave de este juego y no podía escapar. Seguí entonces el teatro y he ahora que me lamento pro-fundamente. - ¡Missa! – me gritaban mis compañeros - ¡mira cómo te mira!, se nota que le gustas, ¿porqué no le das un beso?, parece estar desesperada – el salón se sumergía en una carcajada hiriente y Lynn bajaba la cabeza mirando el banco sin expresión. - Cállense todos, me tienen harta – dije fuertemente. Ese mismo día, a la salida, mis cinco “amigos” me detuvieron a la entrada del salón cuando ya todos se habían ido y me propusieron comenzar a jugar. - Missa, queremos que hagas algo interesante para que nos podamos divertir un poco a costa de esa estúpida de Lynn – sus ojos odiosos y crueles centraron sus miradas en mi esperando una respuesta. - ¿A qué se refieren? – Pregunté suponiendo ya la propuesta. - Simple – dijo Karl, el más interesado en arruinar la vida de todo aquél que no le gustaba – queremos que hagas creer a Lynn que te gusta, que la enamores, sin ensuciarte claro, tu me entiendes, y que luego, cuando lo logres, la hagas confesarte su amor delante de toda la escuela. ¿Qué opinas?. - Que es la idea más estúpida que me han propuesto en mi vida – dije furiosa y ofen-dida. - No lo creas, no es nada arriesgado para ti, quedarás muy bien parada ante nosotros y todo el colegio al lograr que esa tonta se te declare y nos harás pasar el momento más divertido de nuestras vidas – todos rieron con una malicia que me hizo temblar. - Pero... ¿acaso creen que me voy a prestar a que esa chica se me lance, luego va a querer besarme y todo, no, creo que no estaría bien. – No encontraba las palabras adecuadas para negarme. - Si lo logras, te permitiremos entrar al club. Se que has querido entrar desde que comenzó el año. Entrarás si todos nosotros te recomendamos y de ahora en más serás la chica más popular de la escuela. ¿Qué nos dices? – Me quedé allí parada un instante en silencio y luego dije – Ok, acepto, pero si las cosas comienzan a llegar muy lejos, re-nunciaré sin su permiso ¿entienden? – No me di cuenta sino hasta mucho después del error que cometí al aceptar. - ¡Bien! – gritaron todos - Mañana por la mañana comienza el teatro. Trata de llegar temprano y te daremos las instrucciones, bye – Sin más, se fueron. Luego de todo esto marche hasta mi casa. Caminaba por la plaza principal pensando en lo que me esperaba. Estaba preocupada y ansiosa a la vez, dentro de mi había una extraña curiosidad por saber cómo enfrentaría a esta chica, cómo le hablaría, qué le diría y lo más importante, cómo me le insinuaría sin que se diera cuanta de que todo era una broma. Me resultaba difícil pensar en que me hiciera caso ya que desde primer año hasta ahora, que ya es el último, la había tratado muy mal. Siempre intentando ridiculizarla e insultarla frente a los demás, eso me hacía popular y parte del resto. Nunca me agradó hacerlo, pero aún así jamás dejé de maltratarla, hasta que sus sentimientos hacia mi se hicieron evidentes. Me incomodaba pensar que una chica sintiera eso por mi, pero me daba lástima hacerla sufrir por algo de lo que ella no tenía la culpa. Por eso dejé de burlarme de Lynn este último año. Me preocupé más por intentar entrar al club de chicos populares del que obtendría muchos beneficios estos últimos meses. Ahora, por fin tenía una esperanza, pero a qué precio. La mañana despertó hermosa, llena de sol. El cielo celeste intenso se dejaba mostrar con sus nubes blancas espumosas y puras. Sin embargo, yo estaba preocupada. Me esperaba un día duro y difícil, no sabía qué es lo que estos chicos se traían en manos y la incógnita me estaba matando. Llegué muy temprano como me lo habían pedido y esperé en la entrada del colegio. No habían pasado ni cinco minutos cuando los vi acercarse. - Hola Missa – dijo Karl – ya tenemos todo planeado. Espero que estés lista y que no nos falles. El plan es este... – Mientras hablaba, mi mente viajaba lejos. ¿Cómo me había metido en esto? era lo que pensaba. No me sentía con el coraje necesario para fingir pero no tuve opción. Luego de las lecciones, entramos a clases. La primera tarea sería sentarme con Lynn. Moví mi banco antes de que ella llegar y cuando lo hizo, no dijo nada, solo se sentó y se mantuvo callada toda la primer hora. Cuando mis cómplices notaron que Lynn no me hablaba me ordenaron ir tras ella en el recreo. Lo hice pues ni bien el timbre sonó. Dejé que ella se adelantara y seguí sus pasos hacia un pequeño sauce que había detrás del colegio. Era allí donde iba en cada recreo ya que nadie se adentraba por esos lugares solitarios, todos se aglomeraban en el patio principal a charlar de sus aventuras. Se sentó y sacó de su pequeña mochila roja un baso y un emparedado envuelto en una servilletita rosa. Me acerqué despacito y ella notó mi presencia levantando luego la vista. Me miró tan tristemente que el corazón palpitaba incesantemente. - Hola – le dije, fue lo primero que se me ocurrió. - Hola – contestó y no dijo más. Me senté a su lado y seguí mi charla. - Este parece ser un lugar muy tranquilo, es muy bonito pero un poco solitario ¿no te parece? – seguía comiendo y no dijo nada sino hasta después de unos segundos que parecieron una eternidad. - Aquí puedo comer tranquila, estoy sola y nadie me molesta – dijo sin dejar de mirar su bocado. - Si te molesto... dímelo y me iré – dije con un poco de miedo. - Claro que no Missa, tu no puedes molestarme – sus palabras me golpearon duro y no pude seguir hablando. De repente, tomó su mochila y sacó de ella otro emparedado envuelto en una servilleta azul con flores amarillas. - Toma – dijo extendiendo la mano hacia mi y ofreciéndome su manjar – es pequeño pero sabe muy bien, seguro te agradará. Lo preparó mi mamá hoy, está fresco. – Sus ojos parecían suplicantes y no pude negarme, acepté inmediatamente y la verdad, no me arrepentí, era el emparedado más delicioso que había probado en mi vida. Todo ese día estuve tras ella. Disimulando un poco y tratando de no ser muy obvia. Mis amigos me observaban a lejos todo el tiempo y medían cada paso que daba. Me incomodaba sentirme vigilada pero no había más remedio. Lynn casi no me hablaba. Permanecía metida en su mundo y pensando siempre, nunca supe en qué. Ese día, la maestra entregó trabajos para desarrollar y como no quería que hubiera problemas con la formación de los grupos, decidió que cada uno trabajase con el compañe-ro de al lado. Hasta aquí llegaba mi mala suerte. Me tocaba realizar la tarea con Lynn, esto sería hasta fin de año ya que era el trabajo final. Me molestó mucho que mis amigos se burlaran de mi cuando se enteraron de esto y estuve a punto de renunciar pero... simplemente... no quise hacerlo. Cuando el timbre de salida sonó, perseguí a Lynn corriendo ya que mientras juntaba mis útiles, ella se había marchado. Me costó encontrarla debido a que camina muy de prisa, casi cómicamente. La alcancé cerca de la plaza y le perdí la vista a los ojos curiosos que me observaron todo el día. - ¡Lynn espera! – le grité a lo lejos. Sorprendida dio la vuelta y me miró extrañada – ¡Dios mío que eres rápida niña! – le dije – caminas como un bólido. Quiero decirte que... - Si, ya se, no quieres trabajar conmigo, no hace falta que me lo digas. Si quieres dícelo a la maestra y búscate a alguien más. Yo trabajaré sola. – sonaba triste y resignada y dicho esto comenzó a caminar nuevamente. - Detente – le dije y la tomé del brazo. Esto pareció incomodarla y la solté deprisa. – no es eso lo que quería decir, quiero saber cuándo puedo ir a tu casa para comenzar el trabajo, o cuándo puedes venir tu a la mía. - ¿Me estás hablando enserio? – preguntó arqueando las cejas - ¿porqué haces esto Missa, te he hecho algún daño alguna vez, acaso quieres burlarte de mi? – Esas palabras me dieron justo en el pecho y dudé al contestar. - Mira, no quiero que malinterpretes esto. Es solo que he tenido notas muy bajas en esta materia desde que comenzamos y necesito un nueve o más, si se puede, para aprobarla. Se que tu eres muy buena en esto y quería aprovechar la oportunidad y trabajar contigo. Pero si esto te molesta, no hay problema. De todos modos, no faltará alguien que quiera ayudarme. – dicho esto emprendí la marcha a casa. Di varios pasos y sentí luego mi nombre en el aire. - Missa..., no te vayas, está bien, yo trataré de ayudarte si eso es lo que quieres. Hoy no puedo pero mañana, a la mañana, podemos comenzar por lo más básico. Ve a casa si quieres. Te esperaré temprano, ¿te parece? – sonaba suplicante y con semejante mentira, parecía que la había convencido. - Ok – le dije – mañana estoy en tu casa. ¿Cómo a las ocho te parece?. - Creo que está bien – dijo con una sonrisa – nos vemos mañana. - Espera, no se dónde vives. - ¿En verdad? – la pregunta pareció molestarle, o causarle asombro. - En verdad – le dije. - Bien – dijo y sacó un papelito de su bolsillo, y un lápiz, y escribió allí su dirección. – Toma – dijo. - Estás bromeando, esto queda frente a mi casa. Jamás te había visto. ¿Desde cuando vives allí Lynn?. - Pues desde que tengo más o menos tres años, nos mudamos con mis padres cuando aún no habían asfaltado la calle, ¿lo recuerdas?. - ¡No lo puedo creer!, has vivido casi toda tu vida frente a mi y nunca me di cuenta. Es difícil de creer. - En realidad mi sorpresa fue enorme. Esta chica había vivido frente a mi casa toda mi vida y jamás lo había notado. ¿Cómo es que algo así puede pasarme?. - Je je – sonrió – no te preocupes, es que nunca nos presentaron y tu vida es muy diferente a la mía. Es difícil que una persona como yo se junte con alguien como tu. – Sonreía y parecía conformarse con lo dicho. - Estás equivocada Lynn, pero no importa. Bien, como vivimos prácticamente en el mismo lugar, vamos juntas, ¿te parece? – Me miró con los ojos muy abiertos y asintió con la cabeza. – Bien,... vamos. Al otro día estuve presente en su casa unos cinco minutos antes de las ocho, no por el juego, era algo más. Creo que me había olvidado de que todo era un teatro y comencé a pensar en mi relación con Lynn como en algo distinto. En ese momento no quería admitirlo pero, me agradaba mucho estar con ella, ella me agradaba, y eso me dolía.

Capítulo 2: El sentimiento crece.

Seguí yendo a casa de Lynn toda esa semana. También compartíamos los recreos juntas y siempre íbamos al mismo sitio de la primera vez. Solo nosotras, y... las miradas de siempre. Después de un tiempo eso dejó de preocuparme. El trabajo que estábamos haciendo me parecía excelente. Lynn era muy inteligente, siempre tenía una propuesta o una idea nueva que sugerir. Yo por mi parte solo me limitaba a aceptar todo lo que decía ya que de escuela, soy un cero. Parecía ir todo muy bien. Yo buscaba la forma de demostrar sentimientos hacia ella y me le insinuaba poco pero a mi parecer, eficientemente. Hasta que... aquél día. - Oye Lynn – la llamé - ¿te parece que esto debería ser así?, está un poco confuso, ¿no lo crees? – le extendí un papel de apuntes que ella leyó muy cuidadosamente y luego me dijo – tienes razón, excelente, estás progresando Missa. Me alegra que esto te esté sirviendo de algo. - ¿A qué te refieres? – pregunté intrigada. - A nada, me alegra que te intereses en el trabajo, nada más. – Se puso de pié y entró al baño. Luego de unos minutos salió con la cara recién enjuagada y los ojos rojos. - ¿Te pasa algo? – le pregunté - ¿quieres que me vaya ya?, te entiendo si eso es porque ya es tarde. – Miré el reloj, las 22:37 p.m., la hora había pasado demasiado rápido. - ¡No! – gritó – yo..., no es eso... no quiero que te vayas. ¿No quieres adelantar un poco más? – preguntó ansiosa. - Je je... – reí y la miré fijamente a los ojos - ¿lo dices enserio?, son casi las once de la noche, ya no tengo cabeza para eso. ¿Qué te parece si mejor charlamos y nos distraemos un poco antes de que me vaya? – mis intenciones ya estaban llegando muy lejos y mi propuesta pareció delatante. - Mmm... ok – dijo con melancolía - ¿De qué quieres hablar Missa?. - Pues no lo se, creo que... me interesa saber... ¿te agrada vivir aquí, en esta ciudad, lejos de la tuya? – es lo primero que se me ocurrió preguntar, un tanto estúpida me sentí, pero proseguí la farsa. - En realidad no tuve mucho tiempo para conocer bien mi ciudad de nacimiento, te dije que nos mudamos aquí cuando tenía tres años o un poco más, no lo recuerdo exactamente. Esta ciudad me gusta, es muy bonita, limpia y... – hizo una pausa corta y prosiguió – y me gusta... la gente que hay aquí. - Ja ja ... – reí - ¿en verdad? – esa actitud mía pareció dolerle mucho y callé luego. Le pedí disculpas y dejé que prosiguiera. - Debes pensar que soy una tonta al decir esto, pero hay aquí gente que vale mucho la pena, aunque ellas mismas no lo sepan. – sentí estas últimas palabras como dirigidas a mi y bajé la mirada. - No, para nada, pienso igual que tu. Solo que hasta ahora, no he visto que la gente te trate muy bien Lynn y eso no demuestra mucho que valgan la pena. – Me arrepentí al decirle esto. Yo era una de las personas menos indicadas para hablarle de esto. He sido muy mala con ella toda la secundaria y con lo que ahora hago, tengo ganado el infierno. - Verás... – dijo y levantó con su mano derecha mi cara que aún permanecía agachada, enfocada en la alfombra – cuando llegué aquí, apenas podía entender las cosas, era una niña muy inocente y miedosa. Aún no me he acostumbrado totalmente a este lugar. Quizá jamás lo haga, pero se que algo si valió la pena. - ¿Y qué es eso?, dime Lynn – pregunté intrigada. - Creo que ya lo sabes bien Missa, tu, eres tu lo que ha valido la pena. – sus palabras resonaron en mi fuertemente y temblé, no comprendía a qué se debía esta declaración y por otro lado, no era lo que esperaba. - ¿Te sorprende? – preguntó - ¿Te sorprende que te tenga en tanta estima después de tantas cosas que me has hecho? – Mi cara habrá pasado de blanca a roja en menos de un segundo, no podía pronunciar palabra alguna y sin embargo jamás dejé de mirarla a los ojos. Quizá porque ella tampoco lo hacía. – No es que no me haya dolido todo lo que me hiciste, de hecho, son marcas en el alma y en el corazón que jamás desaparecerán. Aún ahora me sigues lastimando y no importa. Se que para ti es importante esto y no te lo reprocho - ¿A qué se refería?, en ese momento pasaron mil cosas por mi cabeza y la idea de que ella ya había descubierto todo, fue la primera. – La primera vez que te vi, tenías a lo sumo, cuatro años, Recuerdo que estabas sentada en una pequeña montañita de tierra llorando, era un parque muy bonito, hace mucho que no voy. Me acerqué entonces y te pregunté qué te pasaba. Me miraste y seguiste llorando aún más. Me puse a llorar también y allí nos quedamos hasta que te calmaste primero y me preguntaste porqué lloraba - porque tu lo haces - te dije, y sonreíste. ¿Recuerdas eso Missa? - S... si, lo recuerdo. Pero, no sabía que esa niña eras tu. ¿Es tanto lo que sufres Lynn? – la voz me temblaba y ya no coordinaba las palabras. - Sufrir... ¿te refieres a lo que siento por ti? – la pregunta resonó en el aire pero me fue imposible contestar. – No te preocupes tanto, han sido solo... catorce años de sufrimiento. Je je, no es tanto si tienes en cuenta que he podido verte cada día en la escuela y los fines de semana en frente a mi casa. Tu pareces disfrutar de tu vida y... yo me siento feliz al verte sonreír con tus amigos y en la escuela, a veces a costa mía. Pero eso no es mucho. Yo se que eres una buena persona, solo te falta darte cuenta de ello. Por eso no tengo resentimientos hacia ti. Si eres feliz de esta forma, yo también lo soy, aunque tenga que conformarme con verte por la ventana. Era inimaginable aquella ternura con la que me hablaba. No podía creer que una persona sintiera tal cariño hacia mi y menos después de todo lo que le había hecho. Sin querer comencé a llorar. No pude resistirlo y las lágrimas salieron como suplicando libertad. Lynn permanecía frente a mi mirándome y llorando también. Fueron muchos los sentimientos que fluyeron por mi cuerpo en ese instante y cuando me di cuenta, de alguna forma y sin poder controlarme, me lancé a sus brazos y la abracé tan fuerte como mis fuerzas pudieron y no la solté, creo que aún no la suelto. En ese momento solo pude pronunciar unas pocas palabras y creo que fueron las que ella esperaba. - ¡Lo siento!, Lynn.... lo siento tanto.

Capítulo 3: “Te quiero”

Era domingo. Me había levantado temprano, cuando aún el sol no se asomaba. Me encontraba recostada en la hierba fresca, húmeda todavía por el rocío de la madrugada. Lynn estaba a mi lado, mirando al cielo ambas, solo silencio había entre nosotras. Después de la última charla, estábamos distantes. Ella no se atrevía a hablarme y yo por mi parte buscaba la forma de hacerme desear. Me gustaba hacerlo. Las nubes pasaban lentamente. El jardín en casa de Lynn era hermoso, estaba completamente rodeado de árboles y plantas de la más variada gama. El aroma de las flores se sentía muy fuerte en la mañana y había días en los que se dejaba oler en su cuarto mientras trabajábamos. En medio, había una pequeña fuente de agua clara, el sonido de las gotas caer y el canto de los pájaros era lo único que perturbaba el silencio. Los minutos pasaban y yo con mis brazos bajo la nuca, ya empezaba a sentir el cosquilleo de haber permanecido así mucho tiempo. Volteé la mirada y vi a mi compañera mantener la vista en las nubes. No le dije nada, solo la observé unos instantes y esto pareció incomodarla. Volteó entonces también y me miró. No dijo nada, solo centró sus hermosos ojos verdes en mi. Sus rizos negros cayeron sobre su piel y el desliz tan suave de sus movimientos me hizo estremecer. Así permaneció hasta que no resistí la presión y quité primero la vista. Noté entonces que volvió a tomar su antigua posición y después de unos minutos, de nuevo el silencio. De esa manera pasó el tiempo. El sol ya se veía claro a lo lejos y el fresco de la madrugada dio lugar al calor de la mañana. De repente, sentí un leve roce cerca del hombro. Era Lynn que con su mano había quitado un pequeño escarabajo de mi. - Creí que te daría miedo – dijo con una sonrisa tierna en los labios. - No tengo miedo a los insectos Lynn, pero gracias – mi voz sonaba dura y fría. - ¿Tienes frió? – preguntó mientras apoyaba su cabeza en su brazo derecho. - Ya no tanto – le contesté tomando la misma posición – el solcito ya está calentando mi cuerpo – Esas palabras sonaron un tanto tentadoras y noté un poco de rubor en sus mejillas blancas. - ¿Tus padres no se molestarán de que hayas salido de tu casa tan temprano? – Parecía más interesada en romper el silencio que en averiguar la respuesta. - No lo creo. Les avisé ayer de que venía. Les dije que debíamos terminar una trabajo importante y que nos quedaba solo el día de hoy. Se extrañaron de que me ponga a estudiar un domingo, pero parecían convencidos. - Je je... – rió – de otra forma no te dejarían venir ¿verdad? – Su pregunta me sorprendió. - ¿A qué te refieres?, ¿porqué habrían de impedir que viniera?. Ellos siempre me dicen que eres una buena niña, muy educada, interesante y simpática. Soy yo la que nunca me había dado cuenta de ello. – mi comentario la puso nerviosa y bajó la mirada mientras jugaba con sus manos en el césped. - ¿En verdad lo crees? - ¿Lo dudas? – le pregunté insinuante. - No lo se, es raro – alzó la vista un instante y luego la volvió a bajar. - Lo creo totalmente Lynn – le dije y sonrió. En la escuela las cosas estaban pesadas. Al parecer la totalidad del alumnado se había enterado del juego y las miradas nos rodeaban a Lynn y a mi constantemente. Ya incluso el espació detrás del colegio, junto al sauce, no era nuestro. Estaba completamente repleto de curiosos y entrometidos. Ella no parecía notar nada extraño pero me di cuenta de que le dolió mucho perder aquel pequeño espacio suyo que tanto la había protegido. Busqué la forma entonces de recompensarla por ello ya que me sentía muy culpable. Encontré un lugarcito secreto en el que podíamos acurrucarnos y pasar desapercibidas por lo menos durante el almuerzo. Era un bonito lugar, fuera del colegio. Había encontrado una pequeña salida por detrás del edificio que nos llevaba a un viejo templo abandonado. Estaba muy protegido y pronto a derrumbarse, pero servía para salvaguardarnos de la vigilancia y para compartir más intimidad juntas. Lynn se puso muy contenta cuando la llevé a verlo y me preguntó si no me sentía incómoda al estar sola allí con ella. Le contesté que éramos amigas, y que no me molestaba. El resto del día caminábamos, dábamos vueltas una y otra vez al colegio charlando y riendo a veces, yo más que ella y rogando por que el tiempo no pase. En el salón, ya nadie nos veía separadas. Desde que me senté con ella aquél día, no me moví de allí, hacíamos los trabajos juntas de casi todas las materias. Ya no me importaba aquél trato hecho con mis amigos, de hecho, ya no los consideraba amigos y me fui alejando de ellos de a poco. Primero poniéndoles excusas y luego eludiéndolos. Pero muy pocas veces, cuando lograban alejarme de Lynn, en el recreo, para preguntarme de la evolución del juego, me era imposible escapar. Me quedaba escuchando sin número de preguntas y respondiendo por si o por no a todas. En esos momentos, a lo lejos, sentía la mirada de Lynn posada en mi. El solo hecho de imaginar sus ojos puestos en mi cuerpo me hacía estremecer. La miraba de reojo y ella achicaba los hombros pero no disimulaba su interés en mi. Me hacía sentir tan bien saber que deseaba estar conmigo, solo conmigo y con nadie más, que abandonaba al resto, aún con palabras en la boca he iba a su encuentro. Solo me acercaba lentamente mientras veía su desesperación y me paraba justo frente a ella. - Vámonos de aquí Lynn – le decía, y salíamos de la escuela sin importar si las clases habían terminado o no. Yo solo... no me importaba nada, nada más que Lynn. Lo que más recuerdo es que, una vez, cuando estábamos en similar situación, ella me observaba de lejos y no quitaba su vista de mi. Yo quería huir desesperadamente del acoso de mis compañeros y Lynn parecía no darse cuenta de que necesitaba su rescate. De pronto, de improviso, la vi ponerse de pié y caminar hacia mi, ante la mirada de todos. Sus cabellos largos y negros profundos ondulaban en el viento y su mirada triste no se alejaba de la mía. No parecía importarle nada, solo se acercó, tomó mi mano tierna y delicadamente y muy despacio, casi imperceptiblemente me dijo al oído – ¡Te quiero! – y quedó parada frente a mi mirándome fijamente unos instantes para luego marchar. Jamás sentí hasta ese momento tanta ternura por nadie en toda mi vida.

Capítulo 4: “¿Te quedas conmigo?”

- Lynn, ¿eres tu? – pregunté a la voz en el teléfono. - Si, ¿Missa?..., ¿qué pasa, que quieres? – Lynn sonaba preocupada. - No, nada importante, es solo que hoy, en la escuela... yo... pues... quería hablar contigo por eso – El ¡Te quiero! Había quedado en mi cabeza, rodando y rodando. No sabía que pensar. Sabía desde hace mucho tiempo los sentimientos de Lynn hacia mi pero... ese no era el problema. Lo que me preocupaba era lo que yo sentía. - Ahhh... ¿era eso?, pues si quieres vente, estoy sola ahora. O ¿quieres que yo vaya? – parecía tan tranquila o resignada que me molestó mucho. - Si, ven, te espero. No tardes, saldré a la entrada de casa y te esperaré. Ven ya – hablaba con rudeza y altanería. - Allí estaré enseguida. – Cortó el teléfono y yo hice lo mismo. Quedé pensando un rato en lo que le diría y luego salí a la entrada de casa a esperarla. Después de unos segundos la vi cerrar las rejas y acercarse lentamente. Mientras la veía pensaba en los años que hacían de estar viviendo allí y jamás me había percatado de su existencia. Ahora era tan diferente. Solía pararme frente a mi ventana y mirar a la suya esperando verla pasar un segundo. Me conformaba con eso. Algo extraño me estaba pasando. Esa sonrisa suya, sus gestos, su amabilidad para tratarme y esa ternura inexpresable me estaban conquistando y apenas podía creerlo. Ya no podía negar que me atraía. El estar a su lado era para mi tan excitante, no podía quitar mi vista de su rostro, me gustaba tanto su expresión triste y despreocupada del mundo. Esos ojos verdes penetrantes y su casi imperceptible sonrisa estaban en mis sueños cada noche. ¿Qué me estaba pasando?. - Aquí estoy – dijo con una reverencia – disculpa la tardanza, no estaba vestida cuando llamaste. - No te preocupes, pasa – Se adentró a mi casa lentamente y pude percibir su perfume tan de cerca, era suave y dulce, excitante. Tenía tantas ganas de lanzarme a sus brazos para solo hundirme en su aroma, pero contuve mis ansias – Disculpa el desorden, mis padres tampoco están en casa, por lo de la reunión del colegio. Ven, vamos a mi cuarto, allí charlaremos más tranquilas. - ¿Cómo... ?, si... claro – la propuesta le agradó y la preocupó, lo pude notar en todo su cuerpo. - Ten cuidado con las escaleras, son un poco peligrosas, ya varias veces me he salvado de caer – trataba de salir de contexto y hablar de algo más para tranquilizarla. - Esta es la primera vez que entro a tu casa Missa, es muy bonita, te felicito – su comentario fue más como un lamento. - Gracias, a mi no me agrada tanto, personalmente. - ¿Por qué? – preguntó intrigada. - Pues porque es muy grande, y como soy única hija, me siento un poco sola cuando mis papás no están. - Te comprendo, casi siempre me siento así – dijo agachando la cabeza. - Ya no lo estarás más Lynn, me tienes a mi, yo te haré compañía si tu lo quieres – le dije con la más sincera sonrisa. Rió y se sonrojó. Me agradaba verla reír aunque solo fuera un segundo. Quería cambiar eso, quería hacerla reír más, todo el tiempo, quería recompensar tantos años perdidos de alegrías por mi culpa. Llegamos al cuarto. La puerta estaba abierta. La invité a sentarse y cuando se dirigía a uno de mis pequeños sillones de madera, la detuve. - No Lynn, ven aquí, siéntate a mi lado – dije y le señalé la cama. Me senté primero y con mucha pena, ella me acompañó – Bien, quiero que me respondas algo, ¿porqué esa reacción tuya en la escuela?. Me dejaste allí luego de lo que me dijiste, toda confundida y nerviosa, y te fuiste sin más. - Yo..., bueno... Missa... es que yo – Las palabras que salían de sus labios no formaban ninguna coherencia. – Es que, solo te veía allí, parada como sin escuchar lo que te decían y me pareció que deseabas alejarte... y... pues me acerqué y te dije eso porque ... – agachó la cabeza como siempre hacía bajo presión y calló. - Mírame a los ojos Lynn, estoy cansada de que te escondas bajo tus cabellos, se valiente una vez en tu vida y mírame. Quiero que me digas qué es lo que sientes, no quiero que me mientas más, no me ocultes nada – hablaba con rudeza y la presionaba tanto que pude ver una lágrima caer lentamente por su mejilla sonrojada. - No Missa..., no me hagas decirte más, si ya lo sabes, creo que todos en el colegio lo saben. Tú no eres la excepción ¿o si?. – Me miraba y sus lagrimas caían ya por montones. La abracé entonces y ella me apretó tan fuerte que no pude evitar corresponder de la misma forma. - Yo quiero oírlo de tus propios labios Lynn – le dije con ternura – no quiero seguir con este juego. En realidad me gusta estar contigo pero no quiero construir esta amistad sobre mentiras y secretos. - ¡Ese es el problema! – gritó exaltada y se puso de pié de un salto – la amistad es el problema. ¿Acaso crees que es lo único que quiero de ti?. – lloraba tanto y sus ojos verdes tomaron un tono rojizo que me preocupó. - Tranquilízate, no te pongas así. No quiero lastimarte pero necesito... - ¿Qué necesitas?, tu nada necesitas. Eres perfecta, tienes una vida perfecta, una familia perfecta, amigos perfectos. Toda tu eres espléndida, acá la que sale sobrando soy yo – dicho esto enfiló hacia la puerta y de un salto la detuve atrayéndola hacia mi con todas mis fuerzas y volviéndola a abrazar. - No quiero... no quiero que te vayas... quédate conmigo Lynn – le dije suplicante. - Su... suéltame, ya deja de jugar conmigo Missa. Se que no me quieres, se que te disgusta saber lo que siento por ti. Acaso no te da siquiera lástima verme sufrir de esta forma. Sin poder estar cerca de ti, sin poder abrazarte cada vez que quiera, sin poder tocarte y sentir tu aliento junto al mío, sin poder... besarte. – Permanecí parada frente a ella escuchando y mirándola a los ojos, esos ojos en los que me perdía profundamente y ahora rogaban por mi - ¿sabes acaso el dolor que siento cuando te veo charlar con los demás chicos, cuando alguien te toca siento que explotaré de los celos y de la rabia?, no puedo seguir viviendo de esta forma, apegada a tu recuerdo, sin más motivos para vivir que el esperar cada día verte en la escuela o saliendo de tu casa, tan feliz y radiante. ¿Y tu me dices que necesitas algo?, no me hagas reír. - Yo... no pensé que... – no encontraba las palabras adecuadas para hablarle en ese momento. Se encontraba tan alterada y nerviosa. El estar mostrando sus sentimientos hacia mi tan abiertamente la hacían dura y difícil de domar. – que me querías así, tanto así. - Pues ya ves, y ahora, si me disculpas, tengo que volver a casa. La reunión terminará pronto y mis padres se enojarán si no me encuentran... – no la dejé terminar, la tomé por la espalda y rodeé su cintura con mis brazos. ¡Quédate conmigo! – le dije muy despacito al oído mientras besaba con ternura su cuello – no quiero que te vayas... quiero que te quedes esta noche conmigo, aquí, quiero abrazarte toda la noche y... – no terminé de pronunciar las palabras ya que girando sobre si misma y mirándome fijamente a los ojos, aún con lágrimas dijo – permiso – y me robó un beso, un beso tan dulce y tierno como ella, podía sentir su aliento sobre mi rostro y el sabor salado de sus lágrimas en mi boca. Correspondí por completo a sus deseos y la besé aún más fuerte e intensamente. Habremos estado besándonos varios minutos y luego, cuando nos separamos, muy lentamente, quedamos mirándonos un tanto extasiadas y respirando de forma agitada. No atiné a decir nada, fue ella la que dijo las primeras palabras. - ¿Por qué correspondiste a mi beso Missa? – preguntó con sorpresa – pensé que te separarías de mi inmediatamente, pero... - ¿Porqué habría de hacer eso si he estado esperando por este momento desde hace mucho tiempo? – le conteste muy despacito. Mi corazón latía tan apresuradamente, el aire me faltaba y el cuerpo entero me pedía a gritos más, mucho más. - Tu... digo... yo te... – no pudo terminar sus líneas, los nervios y la excitación la trastornaron. - ¿Si me gustas?, pues claro Lynn, me gustas, yo... no se qué me pasa, he... tratado de olvidar esto que siento, he tratado de negármelo tantas veces pero... me es imposible. Cada vez que estoy junto a ti, la sangre me hierve y ya no se de mi. Dime tu, que sientes igual, ¿cómo haces para que no... te duela tanto? – comencé a sollozar y después de unos segundos, ya no pude contener las lágrimas. Me tiré al piso de rodillas y lloré, lloré desesperadamente, como nunca antes lo había hecho, lloré por la impotencia que sentía, por saber que el juego se me había dado vueltas, que ya no era yo el verdugo, me había convertido en la víctima. - Tranquilízate Missa – dijo arrodillándose junto a mi y rodeándome con sus suaves brazos – yo te ayudaré con esto. - ¿Cómo?... ¿cómo harás para quitarme este sentimiento que me duele tanto? – me arrojé a sus brazos con más soltura y la acerqué a mi pecho. - ¿Duele mucho verdad? – preguntó como mofándose – duele mucho saber que amas con desesperación y que corres el riesgo de no volver a ver a la persona que quieres – sus palabras me hicieron temblar. Pensé por un segundo que solo estaba bromeando conmigo, que todo esto había sido un plan contra mi desde el principio, un plan para lograr que yo la quisiera y cuando lo hiciera, burlarse de mi. Pero detuve mis pensamientos, era yo la mala de la historia, era yo la que quería burlarme de ella. - ¿Vas a dejarme después de esto? – le pregunté con delicadeza - ¿acaso todo es una broma? - Mírame Missa – dijo levantando con su mano mi mentón - ¿piensas que podría dejarte? – su pregunta sonaba seria. - Es que, bueno, quizá... – acercó sus labios a los míos nuevamente y los besó con delicadeza y suavemente, un beso corto pero hermoso. - No se cómo has llegado a sentir esto por mi, no se cómo habré hecho ni lo que habré hecho pero... jamás, jamás me alejaría de ti. He estado a tu lado incluso cuando tu ni lo notabas, ¿cómo crees que me iré ahora? – sus palabras sonaban tan sinceras. Me lancé a sus brazos nuevamente y la besé de una forma desesperada, la besé en los labios, en las mejillas, en los ojos y la nariz, en el cuello, la besé con tanta pasión y ella correspondió de la misma forma a todos mi deseos. - ¡Te quiero Lynn, por Dios, te quiero tanto!...

Capítulo 5: ¿La mentira al descubierto?

Habían pasado ya alrededor de dos meses o algo menos, Lynn y yo habíamos construido una bonita relación. En la escuela no había un solo momento en el que estuviéramos separadas. Los recreos eran nuestros segundos de ensueño, nos escapábamos despacito hacia nuestro pequeño templo en ruinas y allí pasábamos el tiempo besándonos, riendo, charlando de todo. Creo que para ese entonces ya no teníamos secretos entre nosotras, bueno, ella no, yo por mi parte, no puedo decir lo mismo, aún tenía en el pecho guardado muy adentro todo lo que me llevó a estar con Lynn. Ya no me importaba y de hecho les había dicho a esos tontos que ya no jugaría. Pero no se lo había dicho a Lynn y eso pesaba en el alma. Tantas veces intenté decírselo, pero la cobardía y el temor de que ya no me hablara, de que ya no me quisiera eran tan grandes que el pecho se me oprimía de solo pensarlo. Es que no me imaginaba estar sin Lynn, no imaginaba el estar lejos de ella y si llegaba a perderla yo simplemente moriría. Esa niña, con todo y sus dudas, sus miedos, su forma reprimida de ser y su ironía constante, me había conquistado, su dulzura, su tristeza tan excitante y su ternura innombrable se habían metido tanto en el corazón, que el imaginarla distante era como mil punzadas en el cuerpo. Temía mucho el que alguien más se lo dijera, muchas veces me pareció que ya se lo habían dicho, pero ella nunca cambió conmigo, jamás la noté distante y enojada, siempre estaba dispuesta y entera para mi. Creo que su cariño también crecía como el mío con el tiempo, pero era como si disimulara muy bien sus sentimientos. Yo en cambio buscaba todo el tiempo estar cerca de ella, rozarla, tocarla, besarla. Aprovechaba cada momento a solas para darle aunque sea un besito pequeño y no aguantaba estar a su lado sin sentir el contacto de su piel. Se había convertido en una droga, una excitante, extasiante y hermosa droga y no podía escapar de ella. Lejos de lo que se pueden imaginar, jamás llegamos a una relación muy íntima. Nos limitábamos a estar recostadas en su cama o en la mía abrazadas, charlando, besándonos, acariciándonos. Eso era todo. Por supuesto que yo siempre buscaba algo más, siempre intenté llegar más lejos, aunque no fuera mucho. Pero Lynn era una persona muy respetuosa y prudente. Me decía que no era necesario llegar a nada más aún hasta que nos conociéramos mejor. Era un poco tonto esto, pensaba yo, ya que ambas somos mujeres y no hay riesgos, pero ella decía que no era el riesgo físico lo que importaba, era el dolor del corazón lo que había que evitar. Así pasaba el tiempo. Juntas, siempre juntas. Quién iba a pensar que llegaría a estar de esta forma. Tan profunda y desesperadamente perdida en ella. - Lynn – le dije mientras esperaba que me sirviera el helado que habíamos comprado para comer juntas en su casa – yo... necesito decirte algo importante – la voz comenzó a temblarme. Ya había esperado mucho para hablar con ella de esto, pero no podía soportarlo más, debía evitar que la relación llegara más lejos y que ya no nos pudiéramos separar para decirle la verdad. Y no me arriesgaría a que ningún estúpido le hablara antes que yo. - Dime Missa – respondió volcando el cucharón sobre el cono de helados - ¿quieres más de frutilla o de chocolate? - Lo que tu desees – le respondí. Trataba de encontrar las mejores palabras para empezar. - Ok, tu dime nomás, te escucho – exclamó optando por el chocolate. No sabía cómo es que siempre decidía correctamente por mi. Me conocía tanto. - Verás Lynn..., cuando yo comencé a juntarme contigo, a pesar de que necesitaba en verdad las notas, yo...en realidad... lo que pasaba es que... – estaba temblando y mi respiración me jugaba en contra. - Tranquilízate Missa, solo dime lo que tengas que decir, sácate lo que llevas en el pecho y sigamos, ¿te parece? – sus palabras me pegaron en el pecho, me retorcía de los nervios pero tenía que ser fuerte. - Lo se, lo siento, es que me cuesta – le dije tomando el cono de helado que me estaba pasando. - Espero que así te guste, si quieres, después, hay más – sonaba tranquila y contenta. Eso me preocupó aún más. - ¿Me quieres Lynn? – le pregunté con una mirada de tristeza y a punto de llorar. - ¿Qué? – dijo sorprendida - ¿acaso no lo he demostrado ya? - No es eso, quiero saber si me quieres lo suficiente como para perdonarme algo que se que es imperdonable – ya no podía contener las lágrimas, se me escapaban lentamente y ella lo notó enseguida. - ¿Porqué lloras Missa? – preguntó - ¿es porque no te contesto?, sabes que te adoro niña, te quiero demasiado, te perdonaría cualquier cosa, cualquiera, créelo. - Pero es que esto... bueno, no es cualquier cosa Ai Lin, esto es distinto. - ¿Missa?... me estás asustando, ¿qué es lo que tienes que decir? – su rostro había cambiado drásticamente y eso me puso aún más nerviosa. No sabía si seguir o no, podía mentirle nuevamente, como las otras veces, pero esta era mi mejor oportunidad, y sentía que la última. En ese momento, el teléfono sonó. Lynn contestó deprisa. La conversación fue corta y luego de colgar, fue en busca de su campera disponiéndose a salir. - Era mamá Missa, dice que llegará tarde y quiere que vaya al mercado por las cosas para la cena – no podía creerlo, justo cuando me había decidido a decírselo. Las vueltas del destino eran buenas jugadoras. - Está bien, vamos entonces – dije resignada. - Si, y de paso, me cuentas lo que querías, ¿ok? – dijo con una enorme sonrisa en el rostro. - Si... no..., bueno, quizá lo haga después – le dije con pena. - Bien, cómo quieras Missa. Toma tu abrigo y vámonos. Seguro a esta hora el mercado debe estar repleto. – Partimos entonces. Yo iba con la cabeza gacha, mirando al suelo como si este me mostrara una salida. Lynn notó mi estado pero parece que no quiso decir nada. Dimos unas cuantas vueltas y llegamos a un pequeño callejón ya iluminado por los faroles de estilo antiguo de las calles. El sol se había ocultado lentamente y aunque aún el cielo permanecía celeste y blanco, el tono que había tomado era pálido, estaba dando lugar al oscuro de la noche. Ya casi llegábamos al supermercado cuando, a lo lejos, vimos un grupito de cinco chicos que se acercaba riendo y saltando. Se aproximaron a nosotras con sus horribles sonrisas maliciosas en el rostro. - ¡Hey Missa! – dijo Karl - ¿cómo has estado muchacha?, ya no nos hablas, eres una mal agradecida, después de todo lo que hicimos por ti. - Tu nunca hiciste nada por mi, no digas estupideces – le dije – vámonos Lynn – y tomé el brazo de Lynn obligándola a moverse. - Así que ahora son muy unidas – dijo Karl – seguramente ya aclararon las cosas y le confesaste la verdad ¿no Missa? – la expresión de Karl había tomado una forma demoníaca y sus palabras me hicieron temblar. - ¡Vámonos Lynn! – le grité – no quiero hablar con estos chicos. – Estaba desesperada y no encontraba otra forma de huir. - ¿Qué apuro tienes Missa?, vamos a charlar. Dime Lynn, ¿te ha contado de el juego que planeamos para ti? – sus ojos brillaban y parecían de un rojo intenso. - ¿A qué te refieres Karl? – preguntó Lynn con sorpresa y curiosidad. - ¿Qué?..., no me digas que no se lo has dicho Missa. Missa, Missa , Missa. Me sorprende de ti, siempre has sido directa con la gente. - Cállate idiota – le grité – vámonos Lynn te lo suplico – dije – vamos. - No Missa, espera, quiero que este chico explique qué es lo que quiere decir – Lynn sonaba seria y preocupada. - Pero por supuesto que te lo explicaré – dijo Karl con una sonrisa maliciosa en el rostro y mirándome – resulta querida Lynn que todo esto es solo un juego para nuestra adorada Missa. De hecho ha sido un juego desde el principio, desde aquél día en que se sentó contigo por primera vez. Todo ha sido una farsa. - ¡Por favor cállate Karl, ya no sigas! - suplicaba – detente te lo ruego. - Todo esto comenzó cuando le pedimos a tu adorada Missa que te sedujera y te hiciera creer que le gustabas, que te quería, y cuando lo lograra, debía buscar la forma de hacer que te declares ante todo el colegio. Hubiera sido muy entretenido si no fuera porque está estúpida se rehusó a continuar el teatro. ¿No te parece eso traición? – dijo Karl sonriendo. - ¡Dios! – exclamé mirando fijamente a Lynn, que permanecía quieta, escuchando y mirando hacia el suelo. Sentí que ese era el fin, que ya no me hablaría más, que ya no iba a querer saber de mi. Sentí que todo había acabado. - ¿Eso era todo lo que querías decir idiota? – dijo Lynn con cierta rabia impresionante en la mirada. - Cr... creo que es todo Lynn – dijo Karl, los otros chicos permanecían quietos, observando la situación y riendo. - Ja ja ja ja ja.... – rió Lynn – si eso es todo, te puedes ir tranquilo, ya Missa me habló de todo esto. No tienes que seguir sintiéndote importante imbécil. Lárgate y déjanos en paz. Y hazme el favor de ocuparte de tu vida, que bastante mal está, y deja a los demás vivir tranquilos. ¿Te parece?. - ¿Q... qué? – Karl quedó sin palabras y no viendo otra salida, se marchó junto a los otros. Me quedé parada junto a Lynn observándola y temiendo lo peor. Lo menos que me merecía era una buena cachetada y un “lárgate de mi vista, no quiero verte nunca más”, pero fue todo lo contrario. Lynn levantó la mirada y poniendo los ojos en mi dijo - ¿Vamos?. – No supe cómo reaccionar. La detuve entonces muy delicadamente, tomándola del brazo y atrayéndola hacia mi. - No puedo decir nada más que ¡lo siento! – le dije llorando – todo esto que te dijo Karl es cierto y comprenderé si decides dejar de estar conmigo, me lo merezco. Solo..., te pido Lynn, que me dejes explicarte que yo no quería hacerlo, insistieron tanto y ... me prometieron que si lo hacía, podría entrar a su estúpido club. Ya sabes que yo... bueno...siempre fui tan estúpida como para creer que lo más importante en la escuela era ser aceptada e igual que los demás. Pero desde que estoy contigo Lynn, ya no pienso igual, ya no creo en todo eso Lynn. Solo confío en ti, solo se que te quiero y que no podría vivir sin ti. Yo entiendo si me mandas a volar ahora y te prometo que me iré y jamás te volveré a molestar. Pero quiero que sepas que...yo... te amo Lynn, que te amo demasiado y que lo lamento con toda el alma. - ¡Oh Missa! – exclamó con dolor en la mirada - ¿acaso crees que no me había dado cuenta de esta jugarreta muchacha? – preguntó con ternura. - ¿Cómo? – le dije extrañada. - Missa, mírame Missa – dijo levantando mi mentón y acercando su rostro al mío - ¿cómo se te pudo pasar por la cabeza la idea de que yo no me daría cuenta de esto desde el primer momento?. Jamás me dirigiste la palabra en todos estos años, nunca demostraste saber siquiera que yo existía, las veces que te he saludado tu nunca respondiste, las veces que te miraba de lejos te reías de mi y te burlabas junto a tus amigos convirtiéndote en uno de ellos. Cuando pasabas a mi lado, a propósito me empujabas y tirabas mis libros sin razón alguna y la vez aquella que me atreví a hablarte, lo único que recibí de ti fue un “nunca más vuelvas a hablarme fenómeno”. ¿Piensas acaso que no sospecharía si te acercabas a mi de esta forma?. ¿Me crees estúpida Missa? - Yo... Lynn – no tenía palabras para responder a todo eso. Las lágrimas de mis ojos salían a borbotones y me faltaba el aire. ¿Cómo pude pensar que nunca se daría cuenta, que jamás lo sospecharía?. Solo me pasaba por la mente la idea de irme, de desaparecer de la tierra y morir deseando estar con ella. - Por Dios Missa, no soy tan tonta – dijo con cariño – ahora vámonos que se hace tarde y mamá se preocupará si no llegamos cuando ella venga. - Pero Lynn – le dije con mucho dolor – dime por favor, ¿me dejarás ahora? – imaginarme la respuesta me destrozaba el corazón pero no podía seguir retrasando esto. - Ja ja ja ja ja... – rió con extraña sorpresa - ¿me lo preguntas enserio? - S... si Lynn, te lo pregunto enserio – las lágrimas ya no me permitían hablar. Entonces, Lynn se acercó a mis labios y los besó tiernamente, lento y suave. Sentía que iba a derretirme en sus brazos y luego dijo – Te he perdonado desde que te sentaste conmigo aquél día detrás de la escuela, y desde entonces estoy contigo porque tu quieres estar conmigo. De otra forma, ya te hubiera dejado Missa. Luego de esas palabras caminamos juntas al mercado, sin hablar, en silencio, caminamos he hicimos las compras. La miraba comportarse tan entera y distante. Sentía que las cosas no quedarían así, mejorarían o acabarían para siempre...

Capítulo 6: “Te amo”

Después de aquél día, de la conversación con Karl, Lynn estaba un tanto distante y distraída. Me besaba y me hablaba bonito pero me daba cuenta de que no estaba segura. Al parecer, le había dolido mucho que no haya sido yo la que le contó del juego. Le preguntaba y le preguntaba todo el tiempo y ella solo respondía que está todo bien, que no pasa nada. Pero mi corazón me decía lo contrario y la preocupación y el dolor de verla triste me hacían daño. - Aquí tienes un poco de gaseosa, espero que éste sabor te guste, creo que eso no se de ti, si te gusta más el limón o el pomelo – dijo Lynn pasándome el vaso. - Me gustan ambos, gracias – le respondí viéndola a los ojos. - Me dijo mamá que mañana iremos a visitar a mis abuelos, ellos viven lejos de aquí así que vendré en más o menos tres días. Lamento no habértelo dicho antes. – dijo con una sonrisa en el rostro y sin mayor preocupación - ¿Qué? – grité - ¿Te vas?, ¿y me lo dices así? – mi corazón latía apresurado - ¿qué te sucede, qué es lo que pasa, es por lo del estúpido juego ese, acaso no me has perdonado? - No, no es eso, te dije que no hay problemas, no pasa nada, solo, no pensé que fuera tan importante para ti que me fuera unos días – sonaba fría y despreocupada. - ¡Que no es importante me dices!, no lo puedo creer, se que estás mal y no me lo dices, y me duele que seas así, te demostré cuanto te quería y te dije lo mucho que te amaba, pero aún así, no estás segura – el dolor me superaba y comencé a llorar. - Tranquilízate Missa, no es eso. Está bien, le diré a mis padres que no voy y ya, me quedo – su respuesta me dolió aún más y no pude contener las ganas de abrasarla. - ¿Porqué me haces esto Lynn? – le dije suplicante – lamento esto, lamento no haberte dicho todo antes que ese estúpido, no pude, tenía miedo, tenía mucho miedo de que me dejaras, no podría soportarlo. - Missa, está bien, no hace falta que me lo expliques todo otra vez, ya entiendo. Yo no te guardo rencor. Tranquilízate – me dijo y me separó de su cuerpo. Así quedó todo ese día. En la escuela seguía comportándose distante e insegura. Las miradas de todo el mundo estaban puestas en nosotras y lo mejor de esto es que a mi no me importaba, no me importaba en lo absoluto que fuéramos el espectáculo de toda la escuela. Solo me interesaba estar con Lynn, moría por estar a su lado. A ella parecía tampoco importarle nada, seguía como siempre, pero ya no aceptaba ir a nuestro lugar secreto, me decía – ahora no, no hice la tarea, o ahora no puedo, quiero hablar con tal o cual profesor – todas excusas que me dolían demasiado. Hubo una vez en la que traté de darle un beso y sin más, me apartó diciendo que nos podían ver, eso fue como mil punzadas en el corazón. Jamás me había rechazado. Fue entonces cuando comencé a darme cuenta de que ya no me quería como antes y me fui llorando, corriendo hacia casa sin parar. Recibí su llamado luego pidiéndome disculpas e intentando arreglar las cosas, arreglar mi corazón roto. - Está bien – le dije –comprendo si ya no me quieres y lo acepto, solo quiero que me lo digas – le dije y sentí un cortón que mató todas mis esperanzas. Esa noche ya no me llamó. Me quedé en la cama, recostada esperando, llorando desesperadamente y suplicando que la tierra me tragara. Cómo había llegado a esto me preguntaba, cómo había llegado a amarla tanto y necesitarla así. El pecho me dolía y no podía tragar bocado. Lo peor era que al otro día había escuela y ella, a la tarde viajaba. Necesitaba aclarar las cosas o terminarlas de una vez por todas. Solo, tenía miedo, no creía poder soportar estar lejos de Lynn. El día amaneció muy hermoso, era de esos días en los que una quiere salir a disfrutar del sol y el calor del verano. Pero en mi corazón era invierno y lo que menos quería era salir. Pero la escuela me esperaba, y en ella, Lynn. Me vestí deprisa y luego de desayunar, salí de casa lista para enfrentar lo que viniera. Me dirigí a la escuela pensativa y volando con mis pensamientos lejos, muy lejos, intentando olvidar todo. Al llegar, todo el mundo puso sus ojos en mi, por primera vez sentí vergüenza de mi misma, pero no por Lynn ni por mis sentimientos hacia ella, no, me sentía avergonzada de no tener la valentía de confesar mis sentimientos hacia ella. Entré al salón y allí estaba ella, sentada, tranquila, dibujando en una hoja escrita como siempre hacía. La saludé y me senté. Así transcurrió el día. No nos hablamos y en los recreos solo yo me quedé sentada esperando, hundiéndome en la depresión. Ya casi llegaba el fin del día, y Lynn partiría para ya no volver a mi, lo sabía, tenía que hacer algo y rápido, pero qué. El timbre de salida sonó y asustó a mi corazón. Aún estaba planeaba lo que podría decirle pero nada se me ocurría que pudiera convencerla de que mis sentimientos eran sinceros. Ella se puso de pié y se fue alejando lentamente, mi desesperación no me dejaba moverme ni pensar. En el último momento algo se me ocurrió, era arriesgado y seguro que si lo hacía, las cosas ya no serían iguales para mi ni para ella, pero, ya no tenía otra salida, era eso, o perderla para siempre. Salí corriendo entonces siguiéndola a toda prisa. La vi ya casi en la entrada del colegio, saliendo, alejándose. Grité su nombre y todo el colegio giró prestando su atención a mi pobre existencia. Estaba rodeada de gente y dudé antes de hacer algo. A lo lejos Lynn me miraba con curiosidad y tristeza. Al verla mirarme de esa forma, tan llena de amor y desesperación, las dudas se despejaron y con toda la fuerza que me quedaba en el pecho grité con toda la intensidad de mi voz. - ¡¡¡Te amo Lynn, te amo demasiado y no quiero que te vayas!!! – Todo el mundo sorprendido me miraba intrigado pero nadie dijo nada. Bajé las escaleras y me dirigí hacia ella esperando una contestación. Ya estando frente a frente me miró con ternura y me dijo suavemente - ¿porqué lo hiciste Missa? - Porque nada más me importa en este mundo que tu, no quiero que te vayas, no quiero que me dejes nunca, no podría estar lejos de ti ni tres días ni una hora. Lynn, te amo. Por favor, no te vayas – comencé a llorar y ella, en un intento de consolarme, levantó con sus manos mi rostro y me besó dulcemente, muy despacito. - Te amo Missa, no me iré. Vámonos de aquí, vamos a casa –dijo y me tomó de la mano. Salimos de allí corriendo, no nos detuvimos en ningún momento hasta llegar a su casa. Entramos y ya nadie estaba allí. Parecía que sus padres se había ido sin ella. - ¿Y tus padres Lynn, dónde están? – le pregunté aún llorando. - Je je – rió – ellos ya se han ido. Anoche les dije que no me iría y no tuvieron problemas en dejarme cuidando la casa – me apretó la mano con más fuerza y fuimos a su habitación. - Lynn, cómo es eso, explícame – le dije intrigada - ¿acaso sabías lo que iba a hacer hoy en la escuela? - No, claro que no lo sabía, pero te dije que me quedaría contigo y eso es lo que hice – su voz sonaba rebosante de alegría. - Espera – le dije cuando la vi cerrar la puerta de su cuarto y apagar la luz - ¿Ahora estás segura de mi cariño? - Ohh Missa – dijo – jamás dudé de el. - Entonces, ¿porqué ese comportamiento conmigo?. - Solo quería que sintieras un poco el dolor que yo he sentido todos estos años, amándote desesperadamente y no encontrando de ti más que desprecio – sus palabras me hicieron temblar. - ¿No juegas conmigo verdad? – le pregunté desesperada e impaciente. - ¿Esto te parece un juego? – dijo besándome con pasión y llevándome a la cama. Jamás en la vida había sentido tanto amor por nadie y jamás había necesitado a Lynn como ahora. La amaba con locura y este sentimiento me lastimaba pero me daba muchas fuerzas, fuerzas para poder soportar lo que se venía después de hoy y para seguir adelante, a su lado, aunque todo el mundo estuviera en contra.


Hace unos dias encontre un sitio de una persona q kiero demaciado... donde "expresaba" sus sentimientos... donde ponia si estaba feliz o si estaba triste..
cuestion que ponia mas cosas cuandoe staba triste.. oo es por lo menos lo que yo lei.... (U)
kizas nunca te des cuenta que estoy hablando de VOS pero bueno.. si te das cuenta tene en cuenta lo q voy adecirte...
Kizas hay veces que no nos llevamos bien o tenemos problemas pero kiero q sepas q sos la persona mas importante en mi vida... y x la cual doy mi vida..
presiento q hay veces que pasan x mi par tus problemas y no me permitis acercarme a ellos...
se que confias en mi... pero me gustaria ser mas tu AMIGA que otra cosa... kisiera que la confianza q tenes en otras personas un pokito la tengas conmigo...
kizas la culpa es mia porq yo nunca te dije o te conte nada de mi, de lo q me pasaba y eso te hizo tomar la misma actitud que yo... pero yo no lo hago xq no suelo ser asi.. me cuesta muchisimo y es x eso q abri este blog...
perdona si invadi tu privacidad al ver tu sitio pero bueno...

te amo

T_T



Aveces me siento tan defraudada de mi que nose quehacer... kiero dar el brazo a torcer, kiero tirar la toalla pero algo adentro no me deja.. sin embargo sufro al sentir que kiero tirar todo para la mierda.. me da tanta bronca q las cosas no me salgan cuando kiero q me salgan... si estoy haciendo algo para la facultad y se q me puede salir no me sale una mierda... a todos los tarados compañeros mio le salen y a mi... ni ak.. -.- me embola (U)
lo q mas deseo es hacer lo q me guste y ser alguien.. pero hay veces q no lo logro y me ponen mal...

bue ya nose q mas decir...
mierda



Que linda que estás, sos un caramelote veo en el recreo y me vuelvo loco,todas las cosas que me gustan, tienen tu caray espero los asaltos, así juego a la botellita con vos,mi bomboncito.Que excitante que estás, tendrías que saberloesa cola es la manzana mas buscada,y esos senos el alimento de mi creación,quisiera arrancarte un día y morirme en un telo con vos...o quizás en un auto.Han pasado cinco años, asumiste las cosashace tiempo que estoy buscando mi verdadero yo,hay una especie de simbiosis, lo dijo mi psicólogaharía bien a la terapia alejarme un tiempo...unos setenta años.Como estás querida tengo esposa e hijosde ves en cuando hablo con ella y hasta hago el amor,no es que quiera molestarte, pero me es imprescindiblesentarme en un café, y soñar un poco...y tal vez amarnos.Y ha pasado mi hora, quién robo mis años,cambio a toda esta familia por un segundo con vos,si te veo ahora, aunque termine en un hospicio,tomo una botella...y juego a la botellita con vos.
Un pacto para vivir, odiandonos sol a sol, revolviendo masen los restos de un amor con un camino recto,a la desesperación.Desenlacé en un cuento de terror,Seis años así escapando a un mismo lugar con mi fantasía,buscando otro cuerpo, otra vozfui consumiendo infiernos,para salir de vos,Intoxicado, loco y sin humor...oooooohh - oooohhhhoooh - ooohSi hoy te tuviera aquí, cuando hago esta canción,me sentiría raro,no tengo sueño, mi panza vibra, tuve un golpe energético,milagro y resurreccióny eso que estaba tieso, bajo controlEl poder siempre mata,si para tenerte aqui habría que maltratarteno puedo hacerlosos mi Dioste veo me sonrojo y tiembloque idiota te hace el amor,y hoy quiero darle rienda,a esta superstición un pacto para vivir,un pacto para viviiiiiiirun pacto para vivir,


Que noche... que gente... que recital... que temas.... Mi Caramelo y Un Pacto.. Seguidos.. ^^ dos temas espectaculares... que me hicieron llorar los minutos que demoro el tema.. x el simple echo de q son temas hermosos... que me recuerdan a alguien q me dedico uno d los temas.. y x compartir ese momento y esos temas con la persona que mas amo.. mi hna ...
no tengo mas para decir solo esto...
Gracias BV por mover nuestros sentimientos con estos temas...

Andru

Que día tan solitarioY es míoEl día más solitario de mi vidaUn día tan solitario como esteDebería de estar prohibidoEs un día que no puedo soportarEl día más solitario de mi vidaEl día más solitario de mi vidaUn día tan solitario como esteNo debería de existirEs un día que nunca añoraréQue día tan solitarioY es míoEl día más solitario de mi vidaY si te vas, quiero irme contigoY si mueres, quiero morir contigoTomarte de la mano y alejarnos caminandoEl día más solitario de mi vidaEl día más solitario de mi vidaEl día más solitario de mi vidaVidaQue día tan solitarioY es míoEs un día al que me da gusto sobrevivir.
[Dia Solitario -LonelyDay SOAD]
Acompañando esta imagen, una gran canción "Lonely Day" .. la canción me fascina, tiene una letra muy linda que me hace remover tantas cosas... tantos momentos que kisiera compartir con alguien y que no puedo... La otra vez que llego un mje de una persona muy importante para mi, lamentablemente con esa persona pasaron cosas q no me gusta recordar, xq el hacerlo solo me provoca mas tristeza.. el mje decia "El hacer lo que sientes aveces te enfrenta a la razón.. pero no te arrepientas de hacer lo que ordena tu corazón.. si elegiste lo correcto lo juzgará el tiempo, pero no actues jamas en contra de tus sentimientos"... q frase que me mando... tiene tanta razón.. que nose que responderle... en un momento de mi vida actue solo con la razon x mas que mi corazon me decia lo contrario.. luego de un tiempo me di cuenta que no podia ir en contra de mi corazon pero ya era suficientemente tarde... Si tu corazon dice algo dale pelota... porque es kien sabe... si tu consciencia te dice lo contrario... tenelo en cuenta xq a futuro, cuando tu corazon se de cuenta q lo q haces puede ser malo... va a estar la consciencia xra ayudarte..
Gracias x leerme..
//Andru